Río Suquía Paseos Educativos te invita a conocer la Reserva

El presente trabajo es fruto de una larga tarea de búsqueda, recopilación y selección de los artículos temáticos más relevantes sobre la Laguna Mar Chiquita y Miramar. Asimismo, he privilegiado aquellos que son de una lectura clara y didáctica. Tengo como objetivo que este trabajo sirva como referencia para conocer más a fondo esta región de la Provincia de Córdoba, además de servir de material de apoyo y estudio a los estudiantes que la visitan año a año.
Durante 28 años de actividad como profesional en turismo he llevado a centenares de alumnos -niños y jóvenes- a conocer esta Reserva; que sea entonces este blog una forma de agradecer y valorar a esta querida tierra y su gente...
Eduardo Marconetto


Perfiles de Miramar en el siglo XX


Por Daniel Cerutti (ex intendente de Miramar, para La Voz del Interior)

En las primeras décadas de este siglo, una generación con vocación de pioneros y con la alegría propia de los hacedores, llegó a la margen sur de la Laguna de Mar Chiquita (Mar de Ansenuza) y vislumbrando un gran porvenir, comenzó a poblar Miramar.  
La falta de caminos, rutas de acceso, el monte tupido, la carencia de electricidad y sistemas de comunicaciones, conformaban obstáculos y planteaban serias dificultades para fundar una población, pero todo era superado por el sólido convencimiento de que si los problemas eran muchos, el potencial era enorme. Ahí estaba, desde hacía 30.000 años, la extraordinaria belleza natural del gran mar de agua salada que Córdoba aún tiene en plena llanura y que conforma la mayor cuenca cerrada de Sudamérica (6000 km2).

Dentro del Departamento San Justo, Miramar fue la única población que optó por el turismo como su industria madre, convirtiéndose por derecho de lucha y visión, en el único asentamiento humano en todo el perímetro del mar interior.
Los pioneros extranjeros conocían la tradición milenaria de los efectos que el agua salada, el sol y el fango tienen sobre el organismo, y sabían que las extraordinarias propiedades de las curas balneológico – termales pierden eficacia realizadas fuera del medio, con el agua y el fango transportados, pues es el ambiente y el conjunto total de los elementos climáticos del balneario los que hacen eficaces el tratamiento, también sabían que pese a estar frente a un gran mar, la temperatura del agua se diferenciaba marcadamente de los fríos y extenuantes baños de mar u océanos.
Entendían además que, por más avances y progresos que se produjeran en el campo de la medicina, la química y otras ciencias, siempre las fuentes naturales conforman terapias válidas, capaces de resistir los embates del tiempo, de la moda y de los escépticos.

Tal vez por eso, el objetivo primordial de ellos era consolidar una infraestructura receptiva de servicios, preparada para los doce meses del año. Rápidamente la respuesta de miles de turistas del país y del extranjero, justificó los esfuerzos de los pioneros y visionarios que soñaban con un gran centro de turismo para la salud.
A este potencial reconocido y valorado se le agregó casi inmediatamente otro que hasta entonces se ignoraba y que enriqueció aún más el matiz propio de Miramar en la zona: sus inagotables pozos artesianos, que proveen excelente agua potable, con perforaciones a solo 70 mts. de profundidad y que coadyuvaron al nacimiento de su otra gran industria madre: la cría de nutrias en cautiverio, hasta convertirse en el mayor productor sudamericano, y ser reconocido a nivel mundial como cabaña por el tipo y calidad de sus pieles.
 
La “belle epoque”

Afianzada y reconocida la increíble riqueza de sus dos aguas, salada para el desarrollo del turismo salud, y dulce para desarrollar otras facetas como la de sus famosas quintas con cultivo intensivo, comienza a consolidarse la infraestructura receptiva de Miramar, siendo la actividad privada el gran motor que entendía al turismo como industria de servicios, clavando un mojón dentro del turismo provincial por la excelente calidad de los mismos.

El Hotel Viena, inaugurado en 1939, tenía 150 habitaciones, aire acondicionado central, calefacción, ascensores, pabellones termales con atención de médicos, masajistas y bañeros, biblioteca, cancha de tenis, usina propia, caballerizas, parque forestado con lago natural, grandes salones, ómnibus propio para excursiones, cocina internacional, piletas de agua salada, accesos a la laguna. Los hoteles de Victorio Rosso, María Tremezberg, Carlos Marchetti, eran reconocidos por la excelente calidad de los servicios que brindaban. 
Existían puentes de acceso al mar, casillas, vestuarios registrándose en esa época hoteleros que enviaban a sus hijos a Suiza a hacer cursos para capacitarlos en servicios turísticos y también el primer servicio de ómnibus de pasajeros interurbano de la Provincia de Córdoba, que unía las localidades de Miramar y Balnearia, y Miramar-El Tío, trayendo y llevando pasajeros del ferrocarril; la primera asociación hotelera con sede propia en la provincia; una estupenda difusión en folleterías impresas por los organismos de prensa del ferrocarril, que presentaban a Miramar como la “futura ciudad de invierno”, destacando ampliamente las bondades naturales de la laguna.
Aún viejas fotografías testimonian la belle epoque y es impensable escribir la historia del turismo de la provincia de Córdoba, sin que Miramar ocupe un lugar de privilegio.
Tal vez la ansiedad por hacer, tal vez buscar un lugar de privilegio junto al gran mar, tal vez la enorme seducción y atractivo que él ejercía, no le permitían al hombre prever el comportamiento de las aguas.

El mandato de la naturaleza

Desde su nacimiento como centro de turismo hasta conformar una de las economías más diversificadas y diferenciadas del Departamento San Justo, la naturaleza fue marcando pautas inexorables y los ciclos de sequías e inundaciones pasaron a ser una constante que creaba dificultades permanentes en la infraestructura de servicios, pero que nunca en la historia de Miramar cercenaron su potencial termal y paisajístico.
Pese a todo se intentaba hacer y crecer, y Miramar logró consolidar entre los años 1973/76 una gran infraestructura de servicios turísticos.
La naturaleza se asociaba a ese esfuerzo y se lograba el justo medio entre ella y el hombre. Esto dejaba entrever que a partir de esa armonía y equilibrio logrados, se afianzaba el más sólido centro turístico de la provincia
A solo tres años de lo que parecía el despegue, una vez más la naturaleza marcó una pauta, que por su magnitud parecía definitiva: en seis años de lucha y agonía quedaron sepultados bajo las aguas de la Laguna Mar Chiquita el esfuerzo y los sueños de muchas generaciones.
Fueron estériles todos los esfuerzos del hombre para contrarrestar la fuerza devastadora de la naturaleza, que dejó un saldo final de destrucción irreversible:

- las aguas de la Laguna Mar Chiquita cubrieron 37 manzanas completas del radio urbano de mayor concentración económica, mayor valor urbanístico, turístico y de mayor representatividad simbólica de la localidad, situación que perdura hasta la fecha.

- 120 mil metros cuadrados cubiertos de edificación quedaron sepultados y destruidos.

- 102 hoteles (3500 plazas hoteleras) lo que equivale al 90% de su infraestructura turística se perdieron definitivamente.

- Sesenta establecimientos comerciales (pistas de baile, confiterías, heladerías, parrillas, regionales, regionales, piletas de natación, etc) fueron cubiertos y destruidos por la acción del oleaje.

- 198 casas de familia fueron también sepultadas y destruidas por las aguas.

- Se anegaron y quedaron destruidos los edificios de la Estación Terminal de Ómnibus, Banco de Córdoba, Casino Provincial, Centro Balneológico Termal, cooperativa de criadores de nutrias, camping municipal, Iglesia de Santa Teresita (patrona de Miramar), iglesia parroquial de la Virgen del Valle, sede de la Asociación Hotelera, escenario de festivales al aire libre, club Náutico, edificios de ENTEL y Encotel, entre otros.

- Aún permanece cubierta por varios metros de agua y fango la Avenida Costanera, pavimentada, de tres Km. de extensión, murallón de cemento, espigones, escaleras, quioscos, tres piletas de natación públicas de agua salada, duchas, sanitarios, la fuente de Ansenuza y todas las playas públicas, accesos a la laguna y bajada de lanchas.

- 38 cuadras de calles pavimentadas y cuarenta de tierra cubiertas por metros de agua y fango.

- Gran extensión de líneas eléctricas de media y baja tensión y de líneas telefónicas quedaron destruidas e inutilizables.

- Un gran sector de la población quedó aislada al avanzar las aguas de la laguna sobre el cauce de tres arroyos, haciendo necesario un largo desvío para mantener las comunicaciones normales entre el pueblo y la zona rural.

- El flagelo provocó un éxodo de habitantes que redujo la población de 4200 habitantes en 1976 a 2300 personas, según el censo de 1991.

No hubo sector de la vida del pueblo que no haya sufrido profundas alteraciones , tal vez los sociólogos puedan explicar mejor las consecuencias comunitarias, espirituales, sociales e institucionales de la destrucción.

Una tarea ciclópea

Si algunas generaciones habían tratado de hacer y crecer en medio de tornados, pedreas, inundaciones y sequías, a la actual le había tocado presenciar la destrucción casi total de su pueblo, viviendo un cambio profundo y una brusca ruptura en su evolución.
Pero por expreso mandato de la historia, se la asignaba la enorme tarea de hacer la síntesis del pasado, fijar las pautas y marcar el rumbo de lo que Miramar debía ser en el futuro, con la clara conciencia de que las acciones y decisiones eran impostergables, y que de ellas y las omisiones, dependería el futuro de sus hijos. Se necesitaba entereza y coraje para emprender la ciclópea tarea de reconstruir una población desvastada, sin medios, y en el marco de una grave crisis económica general.
Al desaparecer el turismo como pilar económico principal, fueron las otras actividades, especialmente la nutria, curtiembre, peleterías, las industrias que movilizaron la economía, pero que jamás pudieron suplir al turismo en su papel comunitario, generador de infraestructura, fuentes de trabajo y gran dinamizador y multiplicador de actividades con efecto socio-económico.

Los propios pobladores de Miramar, después de la “noche triste”, tardaron años en visualizar una solución turística. Desde las esferas oficiales tampoco se alcanzaba a ver con claridad cual era la salida, ni cómo se podía revertir una realidad lacerante, traumática y compleja.
Fueron diversas las propuestas surgidas de áreas gubernamentales para darle a Miramar una nueva inserción regional y un nuevo perfil económico.
Se reflotaron proyectos como la soda solvay, litio y acuocultura, que no superaron nunca la etapa de proyecto, y que se alejaban de lo que el propio pueblo había concebido como su actividad económica de origen: el turismo, explotando las extraordinarias virtudes terapéuticas del agua y fango de la laguna, complementadas perfectamente por las otras actividades tradicionales.

Un plan integral

Debía y debe ser el propio pueblo en su papel insustituible el que marque el camino de la reconstrucción, sin olvidarse que la naturaleza ya marcó pautas claras y que es necesario un gran protagonismo y un profundo análisis del pasado para poder encontrar el denominador común que movilice.
El gobierno de la provincia debe comprender que su propuesta turística no debe limitarse a la Córdoba cultural, las sierras, los lagos, los ríos y los festivales. Incorporar a Miramar significa revertir la estacionalidad y enriquecer su oferta con el más sólido proyecto de turismo salud de la República Argentina.
Además, debe comprender que sin obras básicas de infraestructura es imposible la reconstrucción, ni habrá la indispensable e irreemplazable inversión privada.
Será la última la que motorice la construcción de la infraestructura de servicios, recreando el espíritu de los pioneros.
Se mantiene virgen e intacto el extraordinario potencial termal y paisajístico de la zona y ante la gran revalorización internacional de las áreas naturales, la ecología, las reservas de avifauna, el turismo salud, etc., se impone más que nunca encauzar acciones oficiales y privadas firmes, coherentes e integrales para reincorporar al patrimonio turístico de la provincia en gran mar interior que aún existe en plena llanura.

Mar Chiquita (Mar de Ansenuza) está en Córdoba para que Córdoba tenga mar.